Acapulco nació a la historia y a la leyenda, desde que González de Ávila, Francisco Chico, Alonso Dávila y Juan Álvarez chico descubrieron no importa quien, está maravillosa bahía de santa lucía allá en los albores de 1521. Historia y leyenda, eso fue desde el principio Acapulco, “lugar en donde fueron destruidos los carrizos”. Martirio y sacrificio de San Felipe de Jesús de las casas laurel originario de este puerto de Acapulco moría entre las cruces de nagazaki; llegada no se sabe de dónde ni en que a esta playa de mirra, la princesa capturada por piratas filipinos, vendida en Acapulco y llevada a Puebla por tenderos españoles para transformarse en la china mexicana o poblana, es parte de la leyenda.
Historia, con la llegada de Humbolt a principios del siglo diecinueve, cuando ya bullián en la entraña del pueblo esclavizado, los generosos impulsos de redención; historia, en las ferias decembrinas con el arribo de las naos de manila, cuando Acapulco se inició con su turismo comercial que duplicaba su población. Callejuelas y callejones obstruidos por las recuas mulares y los caballos enajenados de los mercaderes, exhibición de toda clase de mercancías, jolgorios en las playas juegos de azar, escándalos y asaltos en la sombra de la noche, apenas alumbrada por los hachones de bocote o por cazuelas con alquitrán.
Huellas en la historia de calles y playas de Vicente Guerrero, en el camino de la traición, historia de la conspiración en la vieja casona de teja y adobe que está todavía frente al ayuntamiento del centro sobre la calle Roberto posada. Ahí se hizo el plan de Ayutla con Álvarez y Comonfort, historia sobre cuando el mismo plan fue reformado y proclamado de nuevo en Acapulco afirmandose que el plan no es de Ayutla si no de Acapulco. Muchas historias y leyendas que estuvieron por ahí escondidas en el recato del viejo Acapulco que vivió aislado del resto de la patria por años hasta que el presidente de la república, en 1927 hizo volar desde Chapultepec, la última piedra que obstruía esta ruta fabulosa.
La ingenuidad, el encanto, la intimidad en que se vivía, se rompió también cuando apareció el turismo civilizante y vivificador, entonces, todo lo auténtico, todo lo viejo, todo lo tradicional fue arrinconado hasta desaparecer para dar paso a esta gran cuidad que es ahora asombro en el mundo entero, Acapulco.
Fuente: Don Carlos Ernesto Adame